jueves, 31 de octubre de 2013

(nombre pendiente)

Han pasado muchas cosas desde entonces. A me buscó para confundirme aún más.
Le pedí perdón. Yo quería esperarlo. Pero no pude… De cuando en cuando pienso en él.
O… quiso regresar conmigo. Le dije que ya no podía más con eso. Que tenía novio.
Él se rio de mí y de mi novio y me pronostico 3 meses de felicidad con él.
Dice que ya quiere ver como regreso a él de rodillas suplicándole perdón.
Sabes que eres mía. Dijo él. No sé porque finges que no lo sabes. Tres meses putita.
Y colgó muy enojado.
A veces lo extraño también.

Debo confesar que aunque inicie mi relación con J sin muchas expectativas él se ha portado de maravilla.
Es un hombre increíble. Lo adoro. Mientras más lo miro sonreír más lo quiero.
Solo han pasado dos meses pero ya hemos pasado cosas feas. Ayer por ejemplo, murió su abuela.
Y yo, que odio los funerales estaba ahí, a su lado. Dejando que un montón de extraños tocaran mis manos y soportando toda clase de opresiones en el pecho cada vez que se acercaba alguien a abrazarme. Un día antes casi terminábamos. 
O eso creí yo porque estábamos jugando y me caí y me golpee en la cabeza. Por un momento creí que él me había pegado y cuando se lo dije se molestó y se parecía tanto a O… llore mucho ese día. Creí que iba a dejarme. Dijo las mismas palabras que O… cuando me ponía a llorar por nada: cuando se te pase me avisas. 
Pero no me dejo, no lo hizo.
Me sorprende que después de ver como soy siga aquí a mi lado. Y eso que me he esforzado por mostrarle lo peor para que hulla. Y al contrario. Cada vez lo siento más cerca de mí.


jueves, 24 de octubre de 2013

Después de la primera parada

Esa fue la primera vez que salí con él.
Nada que ver con la primera vez que salí con A.
Solo fuimos a un parque, me compró una nieve y después de insinuar que era una alucinación mía me besó.

El punto es que ese día en que yo iba a ver a los dos no pude librarme de A y me llevo hasta donde estaba J. Besé a A enfrente de J.
Y no sé si J no se dio cuenta o si se hizo pendejo.
Y luego A se fue sabiéndose derrotado porque en cuanto vi a J solté la mano de A y salí corriendo a sus brazos. Fue incomodísimo.
No sabía dónde meterme.
Pero sé fingir y pues nada.
Fui con J al cine. 
Vimos una película que era mi justo retrato. Cuando salí del cine quería llorar.
Él se puso a fumar y a mi casi se me salían las lágrimas. Fuimos por un café.
Y luego cada uno se fue a su casa. Le envié un mensaje que decía: Te quiero. Ya lo dije.
Le envíe el mismo mensaje a A.
Obviamente el segundo no me contestó.
Cuando, luego de unos días de “perdóname no quiero que pienses mal de mí” al fin logre que A me hablara y deje de hablar con J y borre todos sus mensajes porque A me había dicho que podía hackear mi cuenta y ver todo lo que yo decía y hacía. Me entró miedo.
Yo quería seguir saliendo con los dos. 
Así uno una semana y otro la otra. 
Era divertido porque ambos me gustaban un montón y no podía ni quería decidirme por uno solo.
Le conté a mi amiga en común con J mi problema y ella dijo que tenía que decidirme y bla bla bla.
Yo solo quería divertirme y no quise acordarme de que con las personas no se juega.
Así estuve como un mes. Cuando decidí que iba a decidirme por uno salí con el primero que pudo.
Un amigo mío me dijo que no jugara a eso. Que me iba a quemar. Yo le dije que ya iba a terminar con eso. Que quería mucho más a A, él dijo que tuviera cuidado. Entonces solo saldría con A.
Recordé que estaba enamorada de él desde hacía mucho tiempo y la chingada.
Trataba de convencerme a mí misma de que J no existía y que no lo había besado y que no había pasado nada con él. Que no habíamos salido tres veces, casi sin querer, y que quería a A.
Él (J) ya sabía que yo estaba saliendo con alguien más. Supuse que lo entendería.
Entonces ahí voy de estúpida a enamorarme de un chico lindo que era todo lo contrario a mi ex para que me diga que no está listo para una relación. Baboso. Yo tampoco estaba lista para una relación. Como dije, hacía poco había terminado con ese sujeto con el que dure 5 años y sin embargo estaba dispuesta a correr el riesgo. Quería una nueva relación. Y él no.
Me dolió mucho que me dijera eso. Me senti ridícula, patética, triste como un payaso suicida.
Era una prostituta rechazada por cobrar demasiado barato. Me había humillado.
Yo le estaba regalando mi corazón en bandeja de plata y él de pronto decidió que era demasiado. Pero sé que también es mi culpa y por eso ya no lloro.
Dicen que solo aceptamos el amor que creemos merecer.
No te puedes enamorar de alguien en solo dos citas.
Cometí exactamente aquello que siempre critique de mis antiguos pretendientes.
Ellos, los muy patéticos, decían quedar perdidamente enamorados de mí luego de verme dos veces. Y yo me reía por dentro y decía: mentiroso de mierda. Y les decía que ya no quería verlos nunca más. Ellos lloraban y pataleaban y no entendían por qué.
Y yo tampoco sabía bien porque lo hacía.
Pero lo hacía.
Por lo mismo nunca salí más de dos veces con el mismo.
Y la vida da vueltas. Y me envenenaron con el mismo veneno que yo envenene.
Como soy muy orgullosa decidí no volver a verlo nunca más. Él dijo: estas muy triste, no te pongas así, no te estoy cortando. Pero no somos nada. No aun. Dame tiempo blablablablablablablabla. Cuando me estaba despidiendo de él dijo:
La regué, ¿Verdad? Sí. Le dije yo. Y me fui.
Estaba muy triste. Quería llorar. Me sentía fatal.
Cuando iba sola en el metro pensé que quería hacer lo que él decía.
Si éramos igual de dramáticos y exagerados y sentidos… ¿Habría funcionado? Corrección.
¿Funcionará? Me pregunte a mí misma y me decidí a darle una oportunidad.
Quise darle tiempo a que sus heridas sanaran y esas cosas. Y jamás pensé que pasaría lo que paso.
J seguía buscándome. Dijo que no podía darle un beso y desaparecer. Le dije que si, que por eso era la maga. Me invito a salir y decidí salir con él una vez más para decirle que ya no podía salir con él si no era en plan de amigos y me llevo a un evento de la tuna. Creo que no lo había mencionado pero es como su vida la tuna de economía. Entonces fui sin ánimos de nada y con miedo de lo que tenía que decirle. Mientras esperaba a que subieran al escenario me puse un poco borracha. Cuando me di cuenta él ya estaba en el escenario dedicándome una de sus canciones favoritas.
Y cuando menos me lo esperaba él ya estaba pidiéndome ser su novia. Con una ronda.
Fue el momento más romántico y más incómodo de mi vida.
Arrinconada y ebria como estaba solo atine a decir que sí. Que aceptaba. Nos besamos.

Aun hoy no me imagino diciéndole que no.

jueves, 17 de octubre de 2013

Dirección J correspondencia con A

Volviendo a ese día de la cita doble. El rato con A se me paso bien rápido y cuando me di cuenta el otro chico, el de la fiesta, ya me estaba esperando en el lugar indicado. No era la primera vez que salía con el chico de la fiesta al cual llamare J. Pero… umh… esto va en círculos. Joder…
La primera vez que vi a J fue en una plaza cualquiera de esta ciudad. 
Era mi día de descanso.
Ya había visto fotos de él. Tenía maquillaje de zombi y cara de estúpido. En otra estaba con el hijo de un luchador y así. En todas sus fotos sonreía. Eso fue lo único que me gusto de él.
Yo lo esperaba adentro del lugar donde nos veríamos. Estaba nerviosa a decir verdad.
Tenía miedo de lo que la gente alrededor estaba pensando de mí. Todos me veían mucho.
Y yo lo único que quería era irme. Con o sin el sujeto con el que había soñado la noche anterior.
En eso me pareció verlo entrar con un montón de personas. Era él. No, parecía él… ¡Era él!
Yo, lo único que supe hacer fue darme la media vuelta y esperar a que llegara detrás de mí.
Quería que me sorprendiera. Espere con el corazón chiquito de tanta emoción por un minuto. Cuando voltee había desaparecido. 
Decidí salir de ahí y sentarme afuera a esperar. Quería creer que no era ese sujeto alto de barba con abrigo negro y corbata roja.
A lo mejor solo se parecía.
A lo peor yo ya estaba proyectando ese ideal mío en cualquier hombre que iba pasando por ahí.
Decidí enviarle un mensaje.
Le pregunte donde estaba. No contestó.
Justo cuando iba a irme recibí una llamada. Era él. Estuve a punto de no contestar porque estaba encabronada, pero controle mis instintos asesinos, y contesté con la gracia que le aprendí a mi madre un “bueno” muy sensual. Del otro lado escuche una voz tan sexy y masculina que pensé que alguien me estaba gastando una broma. No podía ser que yo fuera a salir con alguien que tenía esa voz tan… bella.
Dijo que ya mero llegaba.
Y se rió, de nervios, y yo…bueno, yo me enamoré.
Decidí esperar. 
Quería ver al dueño de esa voz y de esa risa. Seguí sentada, mirando a la gente. Cuando pensé que ya no vendría me levanté y comencé a limpiarme el trasero puesto que me había sentado en un montón de hojitas secas y en ese preciso momento vi al mismo sujeto del abrigo negro, parado justo frente a mí, sonriéndome y llamándome por mi nombre falso.
Puta madre. Pensé y no pude quitar la mano de mi trasero ni la vista de su sonrisa.
Repitió mi nombre y me preguntó si era yo.
Obvio que era yo. Bueno, no me llamo Magaly pero me gustaría.
Cuando me recupere de la impresión y pude alejar mi mano de mi trasero lo saludé de un beso en la mejilla. Él ni siquiera supo dónde poner las manos, me agarro el codo. Me gustó su torpeza. 
Fuimos por un café. Yo llevaba puestas mis gafas rojas que combinan con mis labios y él no se atrevía a mirarme. Pensé que era por las gafas así que me las quite y menos me miró. En fin. Cuando pidió su café me entere de que se llamaba J… Tuve que confesarle que yo no me llamaba Magaly y que era el nombre falso que usaba casi siempre. Le conté que salía con muchos fracasados porque no tenía amigas que quisieran salir conmigo. Él no dijo nada.
Siempre digo lo peor para que huyan.
Casualmente tenemos una amiga en común y le conté de como si acaso salgo con ella termino bajándole los galanes.
Pero algo me hizo detenerme.
No quería seguir diciendo tonterías.
Hablamos de su trabajo mientras esperábamos los cafés.
Caminamos por ahí. Él sol detrás de su cabeza lo hacía ver muy atractivo. Su sonrisa de nervios era hermosa. Y qué decir de sus manos, en cuanto las vi dije: quiero esas manos entre mis piernas.
Él no me miraba, así que me dedique a mirarlo de fijo todo lo que pude.
Aun creía que era una broma. Nunca conoces a alguien como él así como así. Todo el camino me fue hablando de su viaje a Europa.
Yo lo escuchaba sin parpadear.
No me lo creía. No sé bien porque.
París siempre ha sido mi sueño,
le dije por casualidad.
Algún día te llevaré, si me dejas. Dijo él.
Alguien le llamó. De inmediato supe que tenía que hacerlo reír para que no me olvidara y entonces empecé a hablar como loca sobre una tontería. 
No recuerdo bien cual. No lograba captar su atención. Eran mis últimos minutos. Tenía que irse.
Le dije casi sin querer que alguien una vez me propuso matrimonio y que yo le contesté: prefiero ser prostituta que ama de casa y él se echó a reír. Fue una carcajada tan hermosa...
que me olvidé de todo.
Compro un cigarrillo como pretexto para quedarse un rato más y supe que lo había flechado.
Lo sé. Se podía ver en sus ojos. 
Fuimos al metro. Yo no dejaba de mirarlo. Quería saber qué demonios era lo que me llamaba la atención de él. No era guapo como A.
Y usaba lentes, cosa que nunca me ha gustado en un hombre.
No podía mirarme a los ojos.
Nunca me han gustado los hombres tímidos.
Su barba no era tan sensual como se veía de lejos. Pero, carajo. Algo tenía. ¿Qué cosa era?
Yo pensaba en eso y él, al cabo de un rato se fue. Pero se quedó en mi cabeza.

jueves, 10 de octubre de 2013

Recomendaciones para no perderse: mamá

Dice Palahniuk que solo lastimas a aquellos que amas. Y que también funciona al revés.
Y quizá eso no era amor ni sano, pero era mío.
Y cuando lo deje me sentí muy perdida y sola y devastada y no me quedó más remedio que seguir con la rutina de salir con personas nuevas, esperando encontrar al indicado.
Ese que al besarme me hiciera ver explosiones en el cielo aun con los ojos cerrados.
Y creí que era él. Hasta que conocí a alguien más.
A ese chico de la fiesta que me tenía muy presente y del cual yo no recordaba nada.
Hablábamos solo por Facebook.
Hasta que un día quedamos en vernos.
Fue el mismo día que vi a… llamémosle: "A".
Por si acaso las cosas no van claras A es el que tenía novia y leyó mi drama y me decía niña. Aclarado el punto prosigo.

Ahora el mis razones para salir con ambos el mismo día.
Como mis padres no soportaron el hecho de que su hijita querida no entrara a la universidad me  metieron a trabajar en una cadena súper importante. Era yo cajera y solo tenía un día libre a la semana así que se me hizo fácil ver a los dos el mismo día. Dejar a uno y luego irme con el otro.  No era la primera vez que lo hacía.
En realidad, cuando era estudiante y tenía tiempo y dinero a pedir de boca, y si soy bien pinche loca, le decía a mis padres: voy con tal persona.
Y si, iba con esa persona. Pero luego de una cita nefasta de no más de dos horas en las cuales sacaba yo de lo peor de mí y pedía las cosas más caras y me portaba lo más terrible que podía me iba con mi hombre casado a su departamento de soltero a coger por horas y horas.
Cuando llegaba a casa mi madre me preguntaba con quien había ido y me era sumamente fácil ridiculizar a la persona con la que había salido.
Mi madre decía: ya no salgas con perdedores.
Y yo decía: es que nadie más quiere salir conmigo.
Y así, me hacía la víctima y mi madre pensaba que su pobre hijita bonita era demasiada mujer para cualquier malnacido de esta ciudad. Para agregarle más drama yo lloraba un poco maldiciendo mi suerte. Y diciendo que solo me querían por mi físico y bla-bla (que no era mentira)
Y entonces decía mi madre: Todavía no nace el hombre que te merezca chiquita, pero no pienses que es tu culpa. Es culpa de ellos que no saben la maravilla de mujer que eres. Tú eres hermosa y muy inteligente y mereces lo mejor del mundo. Y ya llegara el hombre que sepa darte todo lo que quieras y mereces. Mi nena hermosa, no llores.
Tú eres la mejor y más bella de todas. Pronto llegará ese hombre que de verdad te quiera. No como ese desgraciado de O… que te hizo lo que te hizo (por cierto O… es el hombre casado con el que me enredé mucho tiempo)

Y así mi mama inflaba mi ego sin saberlo y me ayudaba a pensar que nadie me merecía.
Y yo la ayudaba a pensar que aún era virgen y pura. Digamos que nos cegábamos la una a la otra para no ver la realidad. Para no darnos cuenta de lo monstruosas que éramos. Somos.

jueves, 3 de octubre de 2013

Mapa del pasado

De esos cinco años solo dos estuvimos bien. Antes de que se casara era mi novio.
Se casó porque embarazó a la chica con la que me engañó. Ya sé que soy una pendeja pero era joven y estaba enamorada… y además traía todo el perfil de mujer sufrida.
Cuando tenía 15 años lo conocí y en ese entonces en mi familia había pedos enormes.
Mis padres casi se divorcian. Yo no creía en el amor ni en la fidelidad pero creía en él y en que me quería y que mi vida era un poco menos mala si él me quería un poco. Él era cinco años mayor que yo y era amigo de mi hermano mayor, que estaba medio loco y en medio de todo ese caos él fue una especie de refugio y luego una cárcel de permanencia voluntaria.
Yo no pude dejarlo hasta el 13 de noviembre de 2012 cuando ya no pude más.
A lo mejor no sé mucho de la vida pero si sé de la dependencia emocional y de la sumisión.
Fue una relación seria. Seriamente destructiva.
Lo quería y quería creer que él me quería también. Él no era malo. Me toco conocer esa parte de él que hace daño.
Y era un círculo vicioso.
Me trataba bien mal y me cogía estupendamente y luego me trataba muy bien y desaparecía cuando yo me ponía demasiado cursi. Pero luego le entraban ganas de lastimarme y regresaba y volvía a tratarme mal y me volvía a coger bien rico y luego me trataba como a una princesa y de nuevo me dejaba y así sucesivamente.
Tengo que admitir que me gustaba todo eso.
Sentir sus manos estrujándome y casi asfixiándome.
Su verga enorme partiéndome en dos.
Sus dientes en toda mi piel. Su voz gritándome que era su putita. Sus juguetes…
Y luego ese cariño inmenso que le nacía luego de cogerme hasta que me hacía llorar del dolor y de placer. Y luego sus ausencias largas e insoportables y mis salidas con perdedores a los cuales ridiculizaba en sus regresos triunfales.
Y más dolor y más placer.
Y más sumisión y más amor.
Y hundirme más en esa espiral.
Hasta que fue más que suficiente.
Y me fui.