jueves, 26 de septiembre de 2013

Saldo disponible

Bueno, el punto es que él me gustaba un montón y ya. Nunca paso nada en realidad con él.
O al menos no hasta que terminó con su novia y vino a llorar conmigo. Para ese entonces ya casi se acababan las últimas vacaciones de prepa y éramos amigos por carta. Bueno, por correo.
Un día se me ocurrió confiarle un secreto terrible. Le escribí una carta desgarradora. Él me leyó.
Leyó no solo mis letras lastimeras y caprichosas, sino que leyó mi alma y no huyó.
Usualmente no confio en nadie pero confié en él. No sé porque extraña razón me dieron ganas de contarle lo que había pasado con el profesor de teatro y luego él dijo estar interesado en mí.
Le creí y comencé a salir con él. Todo iba tan bien que pensé que finalmente tendría una relación de esas de película con las que siempre he soñado. Él era lindo, y tierno y besaba rico.
Y yo me enamoré como se enamoran todas las mujeres de ojos grandes, como una idiota.
Sonreía al ver sus mensajes. Soñaba con él dormida y despierta. Amaba sus brazos largos.
En la primera cita le dije que lo quería y más. Nunca había querido tan rápido a alguien.
Y él se la paso todo el rato preguntándome cómo era posible que le quisiera tanto en tan poco tiempo.
Yo trate de excusarme diciendo que lo quería desde que le vi en la preparatoria. Era como yo.
Ame eso de él. No confiaba ni creía en nada de lo que yo decía. Siempre preguntaba: ¿Por qué?
Y yo no sabía por qué pero inventaba. Con tal de verle sonreír yo era capaz de dar maromas.
La primera cita que tuve con él se vio interrumpida por una propuesta de trabajo.
O eso fue lo que le dije. En realidad iba a ver a otro muchacho. A lo mejor ya piensas que soy una puta y si te digo lo que en realidad hago se te van a acabar los adjetivos. Pero no es mi culpa.

Quizá sea momento de mencionarlo. No es que yo creyera fielmente en eso de que un clavo saca a otro clavo pero desde siempre me dedique a salir con cuanto cabrón se me atravesara.
Aun estando en una relación con una “pareja” yo no podía dejar de conocer gente.
Y es que me siguen como moscas.
A lo mejor porque soy una mierda. Yo que sé.
El punto es que a mi pareja (esa con la que estuve 5 descompuestos años) jamás le molesto.
Y bueno… no tenía por qué. Él es casado. Y yo quería enamorarme de alguien más para dejarlo. Pero como soy muy estúpida jamás pensé en dejarlo y luego enamorarme de alguien más.
Hasta que un día lo dejé para siempre y luego salí con cabrones más interesantes.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Tarjeta sin saldo. Favor de recargar.

Conocí al chico de mis sueños.
O al menos eso parece hasta hoy.
Mi nombre no importa.
Solo les diré que sueño con trenes aun cuando nunca he viajado en uno. 
Quizá por eso mismo los sueño e idealizo. 
No hay mucho que decir sobre mi.
Mi mejor amigo es el citalopram.
Vivo en una gran ciudad, las multitudes me ocasionan ataques de ansiedad y prefiero no salir de mi casa. Odio que un extraño toque mis manos.
No hago mucho con mi vida. Podríamos decir que soy un fracaso. Lo único que tengo son 20 años.
Y creo que estoy enamorada.
Así es. Estoy enamorada y no recuerdo cuando
fue la primera vez que escuché su nombre.
No entiendo cómo fue que paso todo.
Ni siquiera sé porque estoy escribiendo esto.
Yo estaba saliendo con alguien más luego de terminar con otro alguien con quien tuve una relación escabrosa de 5 maravillosos años.
Ese alguien era guapo y lindo. Me decía niña.
Lo conocí en el teatro. Bueno, antes de eso era compañero mío en la preparatoria. Y tenía novia.
Y ya sé que esto suena como la típica historia llena de clichés melosa y predecible, pero es mi historia y no sé qué hacer con todos estos pensamientos.
No soy como todas las chicas que tienen una amiga a la que le cuentan todo.
A decir verdad, no puedo hablar mucho con nadie.
Se me dificulta un poco la conversación. No tengo idea de porque hostia pasa eso. Pero pasa.
Pasa y por eso estoy aquí escribiendo algo que nadie nunca va a leer. Como si importara.